En 1962, el cineasta Morton Heilig patentó una suerte de proyector cinematográfico privado y envolvente. Quien metiera su cabeza en el Sensorama (una cabina semejante a las máquinas de arcade que llegarían muchos años después) podría ver la filmación 3D de un paseo en motocicleta sintiendo el viento sobre la cara, oliendo los aromas del camino y saltando del asiento ante cada desnivel. Era el primer ejemplo sólido de realidad virtual: la ilusión de estar físicamente presente en una situación ficticia, simulada por alguna tecnología multimedia.

Desde entonces, la realidad virtual ha encontrado aplicación en campos tan diversos como el entrenamiento militar, los videojuegos, el diseño industrial y la psicoterapia. Pero en todo este tiempo también se popularizó un concepto alternativo, a medio camino entre la realidad y la virtualidad: la realidad aumentada, o la observación de un entorno real enriquecida con información proveniente de un medio digital. Algunos ejemplos:

• Al enfocar un monumento desconocido con la cámara de nuestro smartphone, una aplicación de realidad aumentada puede reconocer la obra y mostrarnos información al respecto sobre la pantalla.
• Al enfocar una caja de cereales en el supermercado, una aplicación de realidad aumentada puede reconocer el producto y aportarnos datos sobre su valor nutricional.

Actualmente, el uso de la realidad aumentada es más extendido que el de la realidad virtual, probablemente porque sus aplicaciones son más cotidianas, incluyendo el e-commerce, la arquitectura, el turismo y la educación. La realidad aumentada no le brinda al usuario una inmersión total en un mundo ficticio, sino una nueva forma de interactuar con el mundo que ya conoce.

Para las marcas, la realidad aumentada es una posibilidad tentadora por varios motivos:

• Crea una experiencia única y personalizada, ya que la información se genera en función del contexto particular de cada usuario, que siempre es diferente.
• Es, al menos por el momento, un terreno relativamente nuevo donde todavía queda mucho por inventar.
• Permite estar presente, al mismo tiempo, en el mundo físico y en el mundo digital del usuario.

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