Es uno de los términos de uso más habitual en diseño web. Sin embargo, su origen y su significado suelen prestarse a confusión. ¿Qué es la usabilidad cuando hablamos de desarrollo de sitios web?

Si quisiéramos conciliar las acepciones más habituales sobre la usabilidad, podríamos definirla como la medida en que un producto puede ser comprendido por un usuario de manera que le permita alcanzar sus objetivos. La facilidad de uso de un artículo, un software o un sitio web, por lo tanto, forma parte de su usabilidad. Si nos referimos específicamente a la usabilidad web, podemos citar a Jakob Nielsen, máxima autoridad en esta área, quien la definió como «un atributo de calidad que mide qué tan fáciles de usar son las interfaces de usuario».  Según Nielsen, la usabilidad se determina por cinco componentes de calidad:

• Facilidad de aprendizaje. ¿Qué tan fácil es para los usuarios cumplir con las tareas básicas la primera vez que utilizan la interfaz?
• Eficiencia. Una vez que los usuarios ya han asimilado el diseño, ¿qué tan rápido pueden realizar sus tareas?
• «Recordabilidad». Cuando los usuarios vuelven a utilizar el diseño luego de un tiempo sin usarlo, ¿qué tan fácil les resulta recuperar la habilidad en su manejo?
• Errores. ¿Cuántos errores cometen los usuarios, qué tan severos son y qué tan fácil les resulta recuperarse de ellos?
• Satisfacción. ¿Qué tan agradable es utilizar el diseño?

Un error habitual en desarrollo web es destinar demasiadas energías a generar impacto visual en el navegante, sobrecargando el diseño de elementos llamativos de poca utilidad. Es cierto que un sitio web impactante puede quedar en la memoria del usuario y de esa manera contribuir a que asimile nuestra propuesta. Pero esta característica no redundará en un beneficio real si nuestro sitio web es difícil de navegar. Sólo priorizando la usabilidad conseguiremos que los usuarios accedan fácilmente al contenido que les ofrecemos y tarden el menor tiempo posible en decidir la adquisición de nuestros productos o servicios.